lunes, 20 de enero de 2014

Precios “cuidados”, bolsillos vaciados.

Parar el brutal ajuste inflacionario preparando un paro multisectorial.
1. El infierno de la inflación y el ajuste
En los últimos 100 días, los precios de los alimentos de la canasta familiar subieron más del 20%, los combustibles aumentaron más del 20%, y el boleto de colectivo de Capital Federal y el Gran Buenos Aires subió un 66 por ciento (y Macri prepara otro tarifazo en el subte).
Alrededor del 50 al 60% del gasto de las familias de trabajadores es en alimentos, y otro 10% en transporte. Los 7 millones de jubilados que ganan el mínimo (son 75% del total) gastan en alimentos el 70% de sus ingresos; y llega al 100% para los que cobran la Asignación por Hijo.
Después de las elecciones de octubre, las subas de alimentos, combustibles y transporte, avaladas por el gobierno, fueron un hachazo del 20% o más de los salarios, las jubilaciones y los planes sociales.
Par completar la malaria, volvió la ola de calor y recrudecieron los cortes. Pero hay un cambio: en vez de Edenor, Edesur y De Vido, ahora hay que avisarse de los cortes al secretario de Seguridad, Berni: en lugar de una cuadrilla para los arreglos habrá palos para el que proteste (ver pág. 3).

2. Pijoteros para abajo, paganinis para arriba
Se equivocó el gobierno K si “soñó” que tenía “caja” para llegar a las elecciones del 2015 y dejarle “el incendio” al próximo gobierno. “La caja” ya no da para todo y la presidenta decide qué es lo importante: le negó el bono de fin de año a los estatales, jubilados y desocupados, y presupuestó $4.800 millones para propaganda K, en el 2014.
Kicillof ofrece un 15% a los estatales y se va a Europa a negociar con el Club de París que reclama 9.500 millones de dólares: $6.000 millones son por la compra de armas de la dictadura, en 1978, para la guerra con Chile, y el resto son intereses usurarios de esa deuda. ¿Por qué vamos a pagar una deuda de la dictadura para una guerra fratricida contra Chile? Los yanquis, los ingleses y otros países no pagan esas deudas a las que llaman odiosas. Para los estatales una miseria, y para pagar deudas odiosas sí hay.
Capitanich declaró que si no fuera por el pago de deuda externa habría 73.000 millones de dólares de reservas. Reconoce que pagaron 43.000 millones de deuda externa, sin investigar si es legítima o fraudulenta y odiosa, pese al fallo del juez Ballestero y la investigación de Alejandro Olmos y del Foro por el No Pago de la Deuda Externa. A los usureros imperialistas les pagan, y saquean los fondos del Banco Central, la Anses y el PAMI (de enero a noviembre del 2013, les sacaron $53.000 millones) para gastos como refaccionar la Casa Rosada, o pagar dietas (mal llamados salarios) de $50.000 a diputados y senadores, y pasan los $65.000 con otros rubros.

3. “Todos se preparan…”
Franco Macri dijo que “el próximo presidente tiene que salir de La Cámpora”. Es bastante lógico de un empresario que se ha convertido en oficina de negocios del imperialismo chino. El ministro de Defensa, Rossi, acusó a “sectores concentrados”, bancos extranjeros y medios de comunicación, etc., de operaciones especulativas para “desestabilizar la economía nacional”.
“Casi nadie habla públicamente de una crisis institucional, derivada de una renuncia de la presidenta. Pero todos, a su manera, parecen estar preparándose para una eventualidad como esa, que ante el ostensible desgaste del vicepresidente Boudou, podría dejar, como en el 2001, en manos de una asamblea legislativa la resolución sobre quién quedaría al frente del Poder Ejecutivo por los dos años del período constitucional que le restan a Cristina Kirchner” (La Nación, 19/1). No hablan pero se preparan (ver pág. 3, Deliberan empresarios y banqueros).
Gendarmes a Córdoba, purgas, sanciones y revisión de los acuerdos salariales de revueltas policiales, le agregan “picante” a la situación.

4. La pulseada de las paritarias
La inflación y la caída de las reservas aceleran los tiempos. La clave es marzo, cuando se discutan los salarios y condiciones de trabajo en las grandes paritarias. Aumentos del 15 al 20% recita Kicillof, empujando otro hachazo a los salarios, que permita que los precios y la devaluación ganen la carrera, y los trabajadores paguen el costo del ajuste. Para ese objetivo, todo el bloque dominante quiere “gobernabilidad”. Dicen: “Después vienen los dólares de la soja y el Mundial de Fútbol, y luego se lanza la carrera electoral”.
Abajo, en las fábricas y lugares de trabajo, la bronca calienta los motores de reclamos muy por encima de lo que sueñan Cristina K-Kicillof y los monopolios. Ni los dirigentes de la CGT del colaboracionista Caló pueden asumir públicamente la oferta del gobierno. Dos gremios claves de esa CGT, UTA y La Fraternidad, acercaron posiciones con las CGT de Moyano y Barrionuevo (ver pág. 8). Estas, reunidas en una “cumbre” en Mar del Plata, cuestionaron “el doble discurso y la mentira”, en clara alusión al gobierno K, criticaron a Massa y Scioli que no fueron (¿en nombre de la gobernabilidad?).
Lo decisivo van a ser las asambleas y reuniones de los cuerpos de delegados para que las luchas por las paritarias vayan unidas a dar pasos en la unidad de acción del movimiento obrero por un salario mínimo vital y móvil de $8.500, como un monto fijo que unifique el reclamo de la clase obrera, a partir de lo cual, en cada gremio se planteen objetivos que avancen hacia la canasta familiar real; y en función de ese salario, el 82% móvil a los jubilados y el aumento de los planes sociales, la eliminación de ganancias, etc. Y que en torno a la lucha obrera se multipliquen las multisectoriales y demás formas de unidad combativa popular.

5. Torcerle el brazo al ajuste K
Los trabajadores y el pueblo quieren ganarle la carrera a la inflación, y repudian los planes represivos de Cristina K, Berni y Milani. Ese es un round de la pelea. La presidenta debería tener en cuenta, en relación a Milani, la experiencia chilena, cuando el gobierno de Salvador Allende creía que Pinochet era una garantía frente al golpismo y fue la cabeza de ese golpe de Estado sangriento (ver pág. 3).
Las fuerzas obreras y populares debemos trabajar para que trabajadores, campesinos y originarios y el pueblo, le tuerzan el brazo a esta política de descargar el ajuste, la inflación y la crisis sobre el pueblo. Ese objetivo no solo es necesario sino que también es posible. Necesario porque creará las condiciones para que lo que se avance en la lucha se exprese en la unidad política de las fuerzas populares, patrióticas, democráticas, antioligárquicas y antiimperialistas, también, en las próximas elecciones. Y también, para aplastar cualquier intento golpista, que una larga experiencia histórica demuestra que traen más hambre, más entrega y más sangre.
La campaña por la personería del PTP, ofreciendo un puesto para la lucha social, y para que miles de trabajadores, campesinos, mujeres y jóvenes sean protagonistas de la lucha política para construir una gran fuerza, que juegue ahora, y en las elecciones, para para que un gobierno popular, patriótico, democrático y antiimperialista, hegemonizado por la clase obrera, abra el camino a la liberación nacional y social.